El miedo al rechazo es la preocupación de no ser aceptado, recibido, incluido, considerado o valorado por la persona o personas de una comunidad, sea esta
familiar, social o laboral.
Es un miedo ancestral que tiene el propósito de garantizar nuestra supervivencia en función del número. Cuantos más seamos, mayor es la probabilidad de
sobrevivir a los embates del entorno.
Cada miembro contribuye.
Sólo hay una cosa que podemos aportar a un grupo y es a nosotros mismos. Cuando eres aceptado, todo lo que está contenido dentro de ti, como el
conocimiento, la experiencia, la actitud, etc., se ponen al servicio de la comunidad.
De la misma manera, cuando te rechazan, eres anulado por completo y con ello se pierde todo el valor que puedas
aportar.
Volverse invisible resulta un poco aterrador.
Para algunos de nosotros es especialmente importante sentir que somos parte de algo mayor. Consideramos que nuestra realización personal está en función de
la capacidad de pertenecer, ser útil y sentirse valorado.
“Quien no vive para servir, no sirve para vivir.“
Desde un punto de vista positivo, hay quienes dedican una parte importante de su tiempo a hacer todo lo que esté a su alcance para buscar el bienestar de otras
personas.
Escuchan, apoyan, aconsejan y tienen una capacidad especial para unir al grupo, protegerlo y crear un sentido de
familia.
Lo hago por tu bien.
En su parte negativa, el temor al rechazo les puede llevar a ser controladores, a invadir la intimidad de los otros, a tomar decisiones a nombre de ellos o
inclusive asumir responsabilidades que no les corresponden.
Aunque les motiva el deseo de ayudar, en el fondo lo que buscan es que se les considere imprescindibles.
Tu estás primero
Este miedo se manifiesta cuando sentimos la necesidad de ser aceptados por alguien más; es por ello que para construir el balance será necesario que trabajes en
la aceptación de la persona más importante, tu mism@.
Cuanto más tiempo dediques a trabajar en ti, en tus necesidades, tus deseos y tus sueños; menos te va a interesar la aprobación de
otros.
Te invito a trabajar en lo siguiente:
- Haz una lista de las cosas que te gustan y que hace algún tiempo no puedes disfrutar, por estar haciendo algo para alguien más.
- Prioriza la lista a partir de lo que te resulte más sencillo para iniciar.
- Empieza a hacerlo esta misma semana.
- Ve incorporando poco a poco las otras actividades de la lista.
La próxima ocasión en que tengas que decidir entre hacer algo por alguien o hacer algo para ti; toma una respiración profunda y decide si lo que te están
pidiendo puede esperar.
Cada vez, por pequeña que sea, que te des la oportunidad de estar de prime@, estarás contribuyendo a disipar este
temor.
Un abrazo.
Coach Frank