Los conquistadores no construyen imperios. Su fortaleza está en la conquista y el saqueo. Sus entradas son furtivas, cortas y sólo dejan devastación.
La construcción es posterior a la conquista y requiere de otro tipo de personas.
Comparten la motivación de avanzar de los primeros, pero lo acompañan del deseo de sentar las bases que contribuyan con un crecimiento firme y ordenado.
Los emprendedores son como los conquistadores. Su naturaleza inquieta les impulsa a experimentar nuevas oportunidades, que les permitan poner su bandera
sobre nuevos territorios.
Los administradores en cambio, son los verdaderos constructores del imperio.
La motivación de un constructor es crear una estructura sólida que facilite el crecimiento ordenado de la
organización.
Definen las leyes, marcan los territorios, establecen presupuestos, controlan los gastos y administran los recursos de la
conquista.
Proyectan el crecimiento y apoyan al emprendedor analizando el costo-beneficio de sus aventuras, para
que así sus decisiones sean más racionales y menos emocionales.
Dan seguridad al equipo, a los proveedores y a los clientes, al mostrarles que existe un orden que soporta las acciones de la compañía.
Una empresa sin procedimientos es como un edificio sin bases; puede que crezca a una velocidad vertiginosa, pero estará siempre a un paso de
derrumbarse como castillo de naipes.
Así que dime: ¿Qué tanto estás avanzando en la construcción de tu imperio?
Tu imperio es todo lo que hay en tu vida; tus territorios personales y
laborales; junto a todas las riquezas mentales, emocionales y materiales que has obtenido a lo largo del tiempo.
Te invito a preguntarte cuánta energía estás invirtiendo en la construcción de una estructura estable y sostenible, que permita garantizar tu estabilidad en el largo plazo.
Un abrazo,
Coach Frank