En los años 80 del siglo XX, los japoneses habían desarrollado una presencia significativa en el mercado global, marcas como Toyota o Sony empezaban a
posicionarse sobre las norteamericanas.
La gente se preguntaba cómo era posible tanto éxito de un país que no sólo había perdido la guerra, sino que además le habían lanzado, nada menos, que dos bombas
atómicas sobre su territorio.
Estoy seguro que las estrategias de mejora continua (Kaizen, círculos de calidad, etc.) que ahora todos conocemos, ayudaron en el proceso, pero esas son sólo
herramientas y nadie rompe las barreras del éxito sólo con herramientas.
Hace falta algo más. La creencia absoluta de que tienes la capacidad
de alcanzar la meta y una profunda convicción de que lo vas a lograr.
Estos dos elementos generan una poderosa reacción que se manifiesta como una fuerza
imparable que surge de nuestro interior y nos mueve en la dirección de nuestros proyectos.
Tu mirada se enfoca en la meta, en el logro, en alcanzar el resultado. Los obstáculos se enfrentan con creatividad. Superas, encuentras o creas nuevos caminos para superar todas las pruebas.
Te ajustas, te estiras, te encoges, negocias, exiges, haces todo lo que esté en tus manos para
resolver, pero bajo ninguna circunstancia dejas de buscar el éxito.
La suma de tu fuerza y tu flexibilidad se manifiestan como un permanente estado de innovación, tomando los elementos del entorno y sacando provecho de ellos para alcanzar el propósito.
Si alguna vez has luchado por alcanzar una meta, inevitablemente has sentido esta fuerza interior.
Ese es el verdadero secreto de los japoneses, pero también de todos los emprendedores que pusieron su foco en un sueño y no descansaron hasta alcanzarlo.
¿Dónde estás ahora que lees estas líneas? ¿Tienes una meta, has definido tu objetivo, tienes clara tu visión y tu propósito? Si es así, deja que fluya esa fuerza interior y lánzate en la corriente como un río poderoso que no permite que nada le detenga hasta llegar al mar.
¡Qué estés muy bien!
Coach Frank