Cecilia tenía la costumbre de googlear el destino al que planeaba viajar, con el fin de corroborar el clima, la información de la ciudad y en especial los comentarios que hacían referencia a la seguridad de la zona que iba a visitar.  Aprovechaba para imprimir la ruta del aeropuerto al hotel, por aquello de que no hubiera internet y marcaba, con un círculo rojo, la ubicación de los centros médicos incluidos dentro del seguro de viajero.

En el trabajo era igual de cuidadosa.  Con frecuencia le recordaba a su equipo que los mayores problemas vienen de descuidar los detalles y por eso pedía que le pasaran todas las propuestas, proyectos, informes o trabajos que hicieran, para poder revisarlos, ajustarlos y aprobarlos, con el fin de prevenir cualquier riesgo potencial.  

La mayor parte del tiempo Cecilia era una persona muy amable, respetuosa y apreciada por la gente de la empresa, sin embargo, bastaba que le cambiaran el plan, se brincaran una regla o le rompieran un compromiso, para que el estrés la transformara en una persona dura, grosera y un tanto imprudente para hablar y para actuar.

Cuando conocí a Cecilia, la empresa estaba pasando por una etapa de mucha presión, al punto que el estrés ocasional se había vuelto permanente, al igual que su mal carácter.  En nuestra primera conversación me preguntó si me habían contratado para despedirla, que si era así, que se lo dijera de una vez.  Se sentía agotada de cuidar el trabajo de su área y le frustraba ver que era la única persona, en la empresa, que veía los problemas que se podían presentar en cualquier momento.

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Las personas que poseen un fuerte eneatipo 6 dentro de su personalidad, suelen regir la mayoría de sus decisiones siguiendo la Ley de la Planificación.  Son personas organizadas, estructuradas y especialmente comprometidas.

Tienen una gran facilidad para visualizar las posibles consecuencias negativas que pueden surgir en todo lo que realizan, lo que les lleva a desarrollar planes de trabajo detallados y a ejercer un control riguroso para asegurar que todo salga bien. 

No soportan los cambios de última hora, las ocurrencias o el rompimiento de compromisos, pues todos ellos significan enfrentarse con la incertidumbre y la probabilidad de que se presenten problemas o inconvenientes no planificados.

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El nivel de estrés de Cecilia ya se estaba manifestando en su salud. Debía seguir un tratamiento para controlar la presión arterial, había sufrido un ataque de pánico y cada noche se veía obligada a tomar medicamentos para dormir.

Sin embargo, con el tiempo y el acompañamiento, empezó a desarrollar espacios de desconexión que le permitieron recuperar su equilibrio personal y bajar el nivel de estrés.  También trabajó en el desarrollo de la confianza y gracias a ello, eventualmente, llegó a estar más dispuesta a apoyarse en su equipo, aceptando delegar funciones que, hasta ese momento, habían estado concentradas en ella.

Feliz semana,

Coach Frank