Hola
Casi todos dedicamos algún tiempo a imaginar los “juguetes“ que nos gustaría tener. Un auto nuevo; vacaciones en el paraíso; ropa; joyas o dinero,
suelen ser parte de una larga lista de deseos materiales.
Somos muchos los que hacemos el esfuerzo para tener una casa agradable y bien equipada; un auto que funcione y que sea confortable; algo para comer y que sepa rico; ropa que me vista, pero que ojalá sea bonita y se me vea bien.
En lo personal, considero que es totalmente válido, aspirar a tener todos los objetos materiales que te permitan transitar por la vida de la manera más
placentera posible, siempre y cuando, evitemos convertir aquello en alimento para el ego.
Cuando esto ocurre, la envidia, el reconocimiento o la admiración de otros, se vuelven más importantes que el confort que te provoca el objeto material. Te sumerges en un sueño en el que la marca de tu ropa, el tipo de vehículo, la cantidad de viajes al exterior o hasta la escuela a la que asisten tus hijos, son temas de un inmenso valor.
Sin embargo, la ilusión se desvanece, violentamente, el día
en que debes hacer fila en la unidad de emergencias de un hospital, aterrado de que aquello que te llevó allí, pudiera ser fatal.
Te olvidas del auto, la ropa y las joyas; ya no recuerdas nada de tus viajes y las envidias de ayer te parecen una verdadera estupidez.
Miras a tu alrededor y te sorprende el sufrimiento.
Descubres a un anciano incapaz de valerse por sí mismo y descubres que muy pronto podrías ser tú; observas la angustia en el rostro de una madre, que abraza a un bebé
que no para de llorar; ves a alguien con un hueso roto y no puedes evitar tomar el tuyo como para ver que sigue ahí. Alguien estornuda a tu lado y la paranoia post pandemia se apodera de tu tranquilidad.
Reconoces la fragilidad de la existencia, el paso efímero que hacemos por el planeta, el corto tiempo que tenemos para amar, aprender y disfrutar. Lo irrelevante que resultan las preocupaciones materiales ante la perspectiva de la muerte.
Por eso, trabaja mucho, pero nunca al
punto de enfermarte; recuerda que ninguna empresa te puede reponer la vitalidad. Adquiere bienes materiales, pero porque puedes y te gustan, sin importar lo que opinen los demás.
Aprende y diviértete todo lo que puedas; procura comer rico y viajar mucho; pero por sobre todo, cuida tu salud, pues el día que se marcha, se lleva consigo, todo lo demás.
Un abrazo,
Coach Frank